domingo, 25 de septiembre de 2011

De Herbalife a Foucault

DE HERBALIFE[1] A FOUCAULT:

LA BIOPOLÍTICA EN EL NEOLIBERALISMO TERCERMUNDISTA.



Nelson Jordán



Millares de “promotores” y promotoras reúnen Herbalife, Yanbal, Ebel o Avon. Todas marcas de distribuidoras de productos de belleza, dietéticos, complementos alimenticios, regalos, adornos, bisutería, ropa interior… y una increíble variedad de productos que NO son de primera necesidad, pero se venden en cantidades inimaginables.



¿Qué tienen en común estas compañías entre sí y qué les hace tener tanto éxito?



Dos características básicas:

  1. Prometen convertir a cada vendedor o vendedora (generalmente las segundas) en “empresarias exitosas”
  2. Una estructura piramidal de ventas, donde el comprador final paga la plusvalía de una serie cerrada de intermediarios, que no figuran en ningún régimen laboral, y la compañía proveedora tiene una ínfima cantidad de empleados regulares, generalmente administrativos y contables. Todos los demás son “empresarios libres”, y por tanto no tienen cobertura social de ningún tipo.



Pero hay más, que no aparece tan obvio: el profundo convencimiento de cada vendedor de que es un ganador, o que está camino de serlo. Y un sistema tan eficiente de convencer que todos admiran a los de la cúspide de la pirámide, a veces ciertamente millonarios, sin cuestionar la causalidad de su éxito económico, a pesar de ser una estructura de ventas ineludiblemente piramidal.



Voy a intentar una explicación al resultado de un proceso de construcción de estas novedosas subjetividades, de ineludibles consecuencias económicas, desempolvando un filósofo político clásico: Michel Foucault.



LA NUEVA PRODUCCIÓN BIOPOLÍTICA.



El hecho que las personas acepten como inexorable su incorporación al mercado capitalista, pero sin uno de sus componentes básicos el salario, implica que ha habido una transformación sustancial en la estructura de nuestra sociedad. En Bolivia apenas se llega al 20 % de la PEA empleada de manera formal, con cobertura de seguridad social y sindicalizada[2]. ¿El resto? Está trabajando de manera “informal”, o “por cuenta propia”. Además, según la OIT, el 30% de los asalariados están al margen de las leyes laborales, gracias a las políticas de flexibilización, en vigencia desde el 1985. Y es una tendencia creciente: la economía informal crea 9 de cada 10 nuevos empleos.[3]





[1] Herbalife es una marca de productos alimenticios suplementarios a las dietas para adelgazar en base a materia prima natural y vitaminas sintéticas de amplia venta en Santa Cruz de la Sierra, y que ha sumado un gran número de adeptos a pesar de su prohibitivo precio de venta final. Un éxito de marketing neoliberal.
[2] Iriarte, Gregorio: Análisis Crítico de la Realidad, CEPROMI, Cochabamba, 16ª Ed. 2007,p. 332-338.
[3] Id. P.334.

De modo que tenemos al frente una premisa importante: Bolivia no está al margen de la globalización neoliberal, sino plenamente incorporada a ella. Por ello no podemos eludir la necesidad de un análisis que parta de descubrir el paradigma de dominio global. O mejor dicho imperial, para tener coherencia semántica con una de las mejores interpretaciones del pensamiento foucaltiano, la de  Michael Hardt y Antonio Negri[1] en “Imperio”



En muchos sentidos la obra de Michel Foucault nos ayuda a entender los mecanismos de las nuevas subjetividades que se han generado recientemente y nos rodean por doquier. Para empezar, nos permite reconocer una transición histórica, propia de una época, de las formas sociales: el tránsito de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control.[2] La sociedad disciplinaria es aquella en que la dominación social se construye a través de una serie difusa de dispositivos y aparatos que producen y regulan las costumbres, los hábitos y las prácticas productivas. El objetivo de hacer trabajar a esta sociedad y de asegurar la obediencia a su dominio: se logra mediante la acción de de instituciones disciplinarias (la prisión, la fábrica, el siquiátrica, el hospital, la universidad, la escuela , etc.) que estructuran el terreno social y presentan lógicas adecuadas a la razón de la disciplina.



Por oto lado, la sociedad de control se entiende como aquella sociedad (que se desarrolla en el borde último de la modernidad y se extiende a la era postmoderna), en la cual los mecanismos de dominio se vuelven más “democráticos”, aún más inmanentes al campo social, y se distribuyen completamente por los cuerpos y los cerebros de las personas, de modo tal que los sujetos mismos interiorizan cada vez más las conductas de integración y de exclusión de este dominio. Aquí descolla el concepto de biopolítica: es una tecnología de poder no disciplinaria, aunque no la excluye. En la medida en que se coloca en otra escala, puede integrarla, tiene otra área de acción y recurre a instrumentos diferentes.[3]



A diferencia del poder disciplinario, que se dirige a los cuerpos, la biopolítica se aplica a la vida de las personas. La biopolítica dice relación con previsiones, estimaciones, estadísticas, medidas globales para intervenir al interior de la población. El fin es tomar gestión de la vida, optimizar un estado de vida:

“El biopoder es una forma de poder que regula la vida social  desde su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola. El poder sólo puede alcanzar dominio efectivo sobre la vida de la población cuando llega a constituir una función vital, integral, que cada individuo apoya y reactiva voluntariamente.[4]

El biopoder se conecta a una situación en que la vida está cercada por los cuatro costados, y su tarea primaria es administrar la vida: la producción y la reproducción de la vida.



El instrumento técnico esencial de la gubernamentalidad son las políticas de seguridad.





[1] HARDT, Michael y NEGRI, Antonio: Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002.
[2] Aunque no lo hace de manera directa y exhaustiva, sino de manera implícita, lo que no le quita el mérito de plantearlo como primicia teórica.
[3] FOUCAULT: Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collage de France, 1978-1979. Buenos Aires,  FCE, 2007. Comentado por Iván Pincheira Torrez.
[4] Hardt, M y Negri, A. Op. Cit: 38.

NEOLIBERALISMO Y BIOPOLÍTICA

En el neoliberalismo vigente en la última generación, que sustituyó el Estado de Bienestar keynesiano, el trabajo aparece como conducta económica calculada por la persona misma que trabaja. Es el propio trabajador que aparece como “empresario de sí mismo”, que es su propio capital, su propio productor, la fuente de sus ingresos

El salario, a diferencia del capitalismo anterior, aparece como una renta de su propio capital, que no puede disociarse del individuo, que es su portador. Y se denomina “Capital Humano”: está compuesto por una serie de elementos adquiridos, desde el nacimiento, sobre los que se hacen una serie de inversiones. Formar capital humano consiste en construir una especie de idoneidad- máquina que va a ser retribuida con un ingreso.

En las condiciones tercermundistas, el trabajador empresario de sí mismo, renuncia asimismo con frecuencia a la plusvalía de su propio trabajo. Ya no hay un empresario-propietario por encima de él como responsable de la alienación de la plusvalía de su trabajo:  se trata de competir, de ser competitivos, y eso implica que tiene que renunciar a su descanso, a trabajar horas extras, en doble o triple turno, para ganar clientes,  o cumplir con compromisos hechos.

Es un paisaje común en ciertas zonas de nuestra ciudad,  la Avenida Mutualista, Alto San Pedro, o cualquier lugar de la periferia donde se trabaja a puerta cerrada ( o a veces abierta) hasta altas horas de la noche, a fin de producir más. De todos modos, la ganancia es a destajo. No importa la salud, el sacrificio: el resultado lo hará un ganador, un triunfador.

Los grandes medios de comunicación hacen su parte en la construcción biopolítica del mundo: producen subjetividades (…) producen necesidades, relaciones sociales, cuerpos y mentes, lo que equivale a decir que producen productores.(p.45) La producción comunicativa y la legitimación imperial marchan juntas y ya no pueden separarse.(p.47)[1]

La comunicación no sólo expresa, sino también organiza el movimiento de la globalización.  Y en las corporaciones de venta directa que hemos aludido al iniciar este ensayo, lo toman en serio hasta la saturación: sus campañas, su imagen, los discursos para captar nuevos promotores y promotoras.

Se ha generado, incluso, una ritualidad cuasi-religiosa en los eventos formativos o informativos de las corporaciones: se anuncia y se recibe a los empresarios más exitosos (que por cierto ya no necesitan vender nada, sólo organizar a los subalternos-dominados y su plusvalía), como semidioses, paradigmas del éxito. Por supuesto, es un tabú el plantear cuestionamientos a la fuente de su éxito. Tabú y pecado mortal al mismo tiempo. La legitimidad del modelo se va inscribiendo a fuego en los cuerpos y cerebros de la gente, legitimidad altamente coherente con la propuesta imperial. Pero falta por explorar, es un desafío abierto.

En definitiva, aunque Foucault no llegó a ser testigo del actual momento del proceso de globalización neoliberal, sus conceptos siguen siendo herramienta útil para el análisis del momento actual de producción social. En el imperio y su régimen de biopoder, la producción económica y la constitución de una legitimidad política tienden a coincidir cada vez más, aún en la periferia tercermundista.



[1] Negri y Hardt, op. Cit.

BIBLIOGRAFIA

FOUCAULT, Michel: Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collage de France, 1978-1979. Buenos Aires,  FCE, 2007. Comentado por Iván Pincheira Torrez.

FOUCAULT, Michel: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI, Madrid, 14ª ed. 2005.

FRASER, Nancy: ¿De la disciplina hacia la flexibilización? Releyendo a Foucault bajo la sombra de la globalización. En: Revista mexicana de sociología y ciencia política, No. 187, UNAM, México, 2003, p. 15-33.

HARDT, Michael y NEGRI, Antonio: Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002

IRIARTE, Gregorio: Análisis Crítico de la Realidad, CEPROMI, Cochabamba, 16ª Ed. 2007.

M. Foucault, «¿Crisis de la medicina o crisis de la antimedicina?» (1974), en Estrategias de poder.

Obras Esenciales II, Barcelona, Paidós, 1999.